Sin duda, una de las características que distingue a los perros es la efusividad con la que pueden mover sus colas cuando están emocionados. Por eso, si alguna vez su cola llega a estar flácida, rígida e inexpresiva, puede ser motivo de preocupación.

Uno de los posibles padecimientos de esta limitada movilidad en su extremidad trasera, es la ‘miopatía coccígea’, conocida también como ‘síndrome de la cola fría’ o ‘síndrome de la cola rota’. Un cuadro agudo que afecta la musculatura de cola y se traduce en dolor cuando el perro la menea.

Los síntomas de este padecimiento son:
– Cola hinchada (en la base), flácida y con poca movilidad.
– Disminución en la actividad física del can.
– Desequilibrio al ponerse en pie o al caminar.
– Gemidos y expresiones de dolor al tacto en la zona.
– Molestias al defecar.

Las razas más propensas a sufrir dicho síndrome son las denominadas de trabajo (o de caza), tales como: San Bernardo, Labrador Retriever, Pastor Alemán, Alaska Malamute, Doberman, Collie y Beagle, entre otras.

Las principales causas que pueden desencadenar este padecimiento son:
– Hacinamiento en espacios reducidos.
– Esfuerzo físico excesivo.
– Exposición a ambientes húmedos y fríos.
– Baños en agua helada o muy caliente.
– Sacudidas violentas o golpes en la cola.

Una vez que un veterinario haya examinado al paciente y confirmado el diagnóstico, posiblemente indicará reposo, terapia con paños calientes y medicamentos de uso veterinario, para desinflamar y controlar el dolor.

Como medida preventiva es recomendable evitar los paseos exteriores durante las temporadas frías del año. O por lo menos proteger adecuadamente -con ropa térmica- el cuerpo y extremidades de nuestro can.

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