A pesar de lo simpáticos que podrían parecernos los perros que asoman la cabeza por la ventana en un automóvil en movimiento, sin saberlo, las personas que se los permiten están poniendo en peligro su salud e incluso su vida.
Entre los principales riesgos que representa esta curiosa pero peligrosa acción podemos mencionar:
– Graves traumatismos en la tráquea o el hocico de nuestros perros, cuando el coche esquiva o pasa sobre un bache de los que abundan en las irregulares calles y avenidas de nuestras ciudades.
– Distintos tipos de lesiones en su rostro y ojos a causa de las partículas de polvo u objetos que puede arrastrar el viento.
– Daños en sus oídos e incluso pérdida de audición por las altas frecuencias que puede alcanzar el viento en un automóvil en movimiento.
– Problemas respiratorios e incluso asfixia al recibir grandes cantidades de aire sobre su rostro cuando el vehículo circula a gran velocidad.
– Sin olvidar el enorme riesgo latente de que nuestro perro salga por la ventana a causa de un accidente vial o ante un estímulo olfativo o visual que llame poderosamente su atención (una hembra en celo, alimento, un gato, ave u otro animal del hábitat donde se encuentre) y que pueda resultar en su atropellamiento o en que se extravíe.
Por eso, a pesar de que nuestros perros disfruten recibir el viento en su rostro o percibir la abundante cantidad de olores que se presentan durante un trayecto sobre ruedas, nosotros como propietarios responsables debemos protegerlos y transportarlos dentro cualquier vehículo de manera segura, confinados en el asiento posterior, dentro de su jaula transportadora o con un arnés fijo que limite sus movimientos en un perímetro seguro, sin que pueda sacar la cabeza por las ventanas y fuera del alcance del conductor, el volante y demás controles del vehículo, para evitar cualquier accidente.
#PeligroSobreRuedas