Se denomina celo al periodo durante el cual las hembras están receptivas sexualmente y en condiciones óptimas para procrear. Dicho periodo se repite cíclicamente a partir de su primera ovulación.

La frecuencia y duración con la que se presenta el celo varía en función de la especie.
En el caso de los perros, el primer celo se manifiesta entre los 7 y 10 meses de vida, presentándose a una edad más temprana en las razas pequeñas. Éste suele producirse al menos 2 veces al año y dura entre 15 y 18 días.
En el caso de los gatos, el primer celo se manifiesta entre los 6 y 9 meses de vida, presentándose a una edad más temprana en las razas de pelo corto (como la siamesa) y a una edad mayor en las razas de pelo largo (como la persa). Éste suele producirse al menos 2 veces al año y dura entre 6 y 20 días.

Los periodos de celo se ven influenciados por factores como la raza, el estado de salud, la disponibilidad de alimento, la competencia entre los candidatos para procrear, la presencia de depredadores, las condiciones climáticas, etc. Toda madre buscará asegurar las condiciones propicias para la supervivencia de sus crías.

Aunque el comportamiento durante el celo es variado (dependiendo de la especie), suele identificarse una excitación inusual en las hembras, que se manifiesta a través de la emisión de sonidos variados, disminución del apetito, contacto físico con sus genitales y lapsos de ansiedad. Y como respuesta una exaltada atracción en los machos que las rodean.

Si tu mascota presenta alguna de las conductas mencionadas anteriormente, es recomendable que la examine un médico veterinario para determinar si ha alcanzado su madurez sexual. Y a su vez, evaluar las acciones necesarias para evitar un embarazo no deseado.

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