En condiciones naturales (silvestres) es la madre quien transmite a los cachorros los conocimientos esenciales para su supervivencia, entre ellos los hábitos de higiene. Sin embargo, en los hábitats ‘civilizados’ debemos ser los propietarios quienes asumamos el rol de padres e instruir a nuestras mascotas desde edad temprana para que aprendan las pautas entorno a la evacuación de sus desechos, conforme a las costumbres humanas.

Para conseguir que nuestro perro defeque y orine en el lugar que hemos destinado para dicho propósito, es recomendable considerar los siguientes consejos:

Elegir y establecer un lugar dentro del hogar, de libre acceso, cómodo, iluminado y ventilado; con piso resistente a la humedad y de fácil limpieza. Para este propósito muchas personas eligen una zotehuela, patio trasero o incluso un baño.

Para facilitar el aseo es aconsejable colocar pliegos de papel (como el de los periódicos) sobre el piso. Pues además de absorber buena parte de los desechos líquidos, al retirarlos pueden contener la mayoría de los desechos sólidos.

Para que nuestro perro identifique y asocie el lugar donde debe defecar y orinar, es necesario vigilarlo y ante cualquier señal de evacuación trasladarlo con prontitud al ‘área de evacuación de desechos caninos’.
Algunas personas rocían el piso con productos atrayentes que facilitan el entrenamiento de los perros. (Productos especializados aprobados por veterinarios)

En los periodos de tiempo en que no nos es posible supervisar a nuestro perro, se recomienda colocar su cama, comedero, bebedero y demás accesorios y juguetes, en una zona próxima al lugar habilitado para que realice sus evacuaciones.

Si así lo decidimos, podemos definir un nuevo lugar o lugares en el exterior, para que nuestro perro defeque y orine durante sus paseos en la calle. Respetando siempre las áreas privadas y recogiendo las heces inmediatamente después de haber sido depuestas.

Durante la etapa de aprendizaje es aconsejable reforzar el adiestramiento con recompensas. Estimular la buena conducta de nuestro perro con palabras de aliento, caricias y premios (comida), para que asimile el nuevo hábito como una experiencia positiva.

Debemos ser pacientes y perseverantes y nunca castigar a nuestro perro cuando no obtengamos los resultados deseados. La enseñanza de un nuevo hábito implica procesos complejos que pueden llevar semanas o incluso meses.

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