A pesar de lo que se cree, en varias especies del reino animal (incluyendo a los seres humanos), junto con la hembra, el macho tiene una importante participación en la crianza de sus descendientes. Ya sea proporcionando alimento, brindando seguridad o incluso incubando a las crías desde su gestación hasta su nacimiento.

Algunas investigaciones en el campo de la psicobiología han confirmado que los machos de algunas especies cuentan con un instinto ‘paterno’, como resultado de variaciones hormonales que se activan en sincronía con la gestación de sus crías. Cambios químicos, fisiológicos y conductuales que se manifiestan con la pérdida del apetito, la disminución del deseo sexual, el aumento de la sensibilidad y la intensificación de su instinto protector; con el propósito de asegurar la supervivencia de su familia.

La participación del macho en la crianza de sus descendientes se presenta en mayor o menor grado en cada especie.

En la fría Antártida, mientras la hembra pingüino emperador está ausente, el macho es el encargado de incubar y mantener caliente el huevo que contiene a su única cría. Durante varias semanas además de soportar temperaturas de -60°C, no puede alimentarse.

Otra especie en la que el macho tiene fama de ser buen padre es la de los caballitos de mar, ya que éste además de ser monógamo, se ‘embaraza’ y porta en su bolsa incubadora los huevos proporcionados por la hembra. Brindándole a sus descendientes los cuidados necesarios, desde su gestación hasta su nacimiento.

Aunque en algunos casos la naturaleza establece roles perfectamente definidos para cada uno de los padres; existen también especies en las que hembra y macho alternan deberes parentales, turnándose para descansar o alimentarse y nunca dejar desatendida a su prole. Compartiendo así la responsabilidad de la crianza y brindando a sus hijos el cariño, protección, alimento y adiestramiento necesarios para valerse por sí mismos y sobrevivir fuera del núcleo familiar.

#InstintoPaternal