En la antigüedad, cuando se utilizaba a los perros como una ‘herramienta’ en labores de cacería, se creía que al cortarles la cola y las orejas, podrían perseguir a sus presas en madrigueras estrechas o entre ramas, sin atorarse o enredarse.

En otros casos, dicha mutilación los hacía lucir más ‘rudos e imponentes’, al parecerse a los perros de pelea, a los que solían cortarles las orejas y la cola, para evitar que sus contrincantes se las sujetaran o mordieran.

Afortunadamente, como muchas otras prácticas bárbaras basadas en creencias o costumbres antiguas, con el tiempo la mutilación a perros se ha vuelto cada vez menos frecuente.

Una evolución de consciencia entre los propietarios responsables de animales de compañía, ha permitido reconocer que realizar cirugías con fines exclusivamente estéticos, es una práctica insensata y cruel. Pues expone a un perro a los riesgos del quirófano (como cualquier intervención quirúrgica en la que se utilice anestesia); además de causarle dolor innecesario y posibles infecciones en las heridas.

Por si lo anterior no fuera suficiente, para fortuna de los animales de compañía mexicanos, dicha práctica ahora también es ilegal. Desde el año 2017 se modificó el artículo 87 Bis 2 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, en donde entre otros temas, se enfatiza el trato digno y respetuoso para con los animales. Establece que se debe permitir la expresión de su comportamiento natural, incluyendo la no modificación de su físico.

Haciendo clic en el siguiente enlace podrás consultar dicha ley: www.gob.mx/profepa/ley-general-del-equilibrio-ecologico-y-la-proteccion-al-ambiente

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